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martes, 22 de enero de 2013

El hombre que casi conoció a Michi Panero



Es hora de recapitular
las hostias que me ha dado el mundo.
Hoy vendrán a oír mi último adiós. Bien.
Uno a uno van llegando y yo
los recibo en batín.

Y unos me llaman chaval
y otros me dicen caballero.
Alguno no se ha querido pronunciar.
Yo una vez tuve un amor,
pero si he de ser sincero
dije "no" en el altar
y cuando digo no es no.

Fracasé una vez, fracasé diez mil
y aun así alzo mi copa hacia el cielo
en un brindis por el hombre de hoy
y por lo bien que habita el mundo.
¡Mirad, las niñas van cantando!
(Niñas): Shalalaralalá...

Y no me habléis de eternidad.
No me habléis de cielos ni de infiernos.
¿No veis que yo le rezo a un dios que me prometió
que cuando esto acabe no habrá nada más?
Fue bastante ya...

Nunca fui en nada el mejor,
tampoco he sido un gran amante.
Más de una lo querrá atestiguar.
Pero si algo hay capital,
algo de veras importante,
es que me voy a morir
y cuando digo voy es  voy.

Lo he pasado bien, y casi conocí en
una ocasión a Michi Panero,
y es bastante más de lo que jamás
soñaríais en mil vidas.
¡Mirad, las niñas van cantando!
(Niñas): Shalalaralalá...

Dejadme preguntar: ¿Es esto el final?
Y si es así, decid: ¿Me vais a extrañar?
¡Ah, veo que asentís pero yo sé que no!

Qué lástima, no dejaré
nadie a quien transmitir mi sabia;
consideré insensato procrear.
Y diréis de mí que soy
un viejo verde y cascarrabias,
y diréis muy bien,
y cuando digo bien es bien.

¡Largo ya de aquí! ¿Qué queréis de mí?
¿Es mi alma o es mi dinero?
Si de uno carezco y la otra es
una anomalía en esta vida.
¡Mirad, las niñas van cantando!
(Niñas): Shalalaralalá...


¡Y unos me llaman chaval,
y otros me dicen caballero!
¡Alguno declinó mi oferta para hablar!
¡Yo una vez tuve un gran amor,
pero si os he de ser sincero
dije "no" en el mismo altar,
y cuando digo no quiero decir que no!

He bebido bien, y casi conocí en
una ocasión a Michi Panero,
y ahora brindo en paz por la humanidad
y por lo bien que habita el mundo.
¡Escuchad, os lo diré cantando!
(Viejo): Shalalaralalá...

Has...ta... nun...ca...

Nacho Vegas

sábado, 8 de septiembre de 2012

El poder de las pesadillas

Podemos dividir a los políticos en dos grupos: los que venden sueños y esperanzas (optimistas), y los que prometen protegernos de pesadillas y temores (pesimistas).

Quienes venden sueños a veces son llamados "buenistas", mientras que los agoreros del desastre pueden etiquetarse de apocalípticos o belicistas, ya que con frecuencia la pesadilla que promocionan es extranjera.

El hipócrita, de uno u otro signo, es aquél que no cree en el sueño/pesadilla que proclama, pero sí cree y se aprovecha de sus efectos sobre el pueblo. El hipócrita debe de darse con mayor frecuencia entre los pesimistas debido al cinismo inherente en la política del terror. Un político hipócrita escogerá -si la situación no es muy adversa- la defensa contra la pesadilla: Si no sucede nada, es un éxito ya que la pesadilla no se ha cumplido. El menor indicio será interpretado como la llegada de la pesadilla y la profecía se autocumplirá.
En cambio quien vende sueños debe esforzarse para cumplirlos, por tanto su programa es más costoso de realizar: sólo para entusiastas.

Si una amenaza no apela al sentimiento de unidad colectiva o tribal, sino a la acción individual y al esfuerzo, será desestimada por los políticos pesimistas porque el esfuerzo no es fácil de promocionar y el resultado no está asegurado. Incluso suele tacharse de pesimista a quien prevenga contra esa amenaza.
Por tanto, quien prevenga y aviente fantasmas cuyo amuleto es principalmente una labor individual, que requiera concienciación, esfuerzo personal y cambio de hábitos... esa gente puede estar equivocada, pero no serán políticos pesimistas, y por ello es poco probable que sean hipócritas.