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viernes, 24 de octubre de 2014

Golpe maestro

Robaron las antenas,
la miel de las colmenas,
no nos dejaron ni banderas que agitar.


Cambiaron paz por deudas,
ataron nudos, cuerdas
y la patrulla nos detuvo por mirar.


Llevaron los finales
a tierra de neutrales,
no nos dejaron líneas ni para empezar.


Fue un atraco perfecto,
fue un golpe maestro
dejarnos sin ganas de vencer.
Fue un atraco perfecto,
fue un golpe maestro
quitarnos la sed.


Robaron las linternas,
la lumbre en las cavernas,
no nos dejaron mapas de la oscuridad.


Vendieron humo y calma,
lingotes de hojalata,
palacios de ceniza y cartas sin marcar.


Fue un atraco perfecto (…)


Fundieron plomo y cobre,
pusieron sal en sobres.
Alerta, hay un testigo.
Nos han dejado vivos.


Fue un atraco perfecto,
excepto por esto:
nos queda garganta, puño y pies.
No fue un golpe maestro,
dejaron un rastro,
ya pueden correr. Ya vuelve la sed.

Vetusta Morla




viernes, 7 de junio de 2013

Latinoamérica




Soy,
soy lo que dejaron,
soy todas las sobras de lo que te robaron.
Un pueblo escondido en la cima,
mi piel es de cuero por eso aguanta cualquier clima.
Soy una fábrica de humo,
mano de obra campesina para tu consumo.
Frente de frío en el medio del verano ,
el amor en los tiempos de cólera, mi hermano.
El Sol que nace y el día que muere,
con los mejores atardeceres.
Soy el desarrollo en carne viva,
un discurso político sin saliva.
Las caras más bonitas que he conocido,
soy la fotografía de un desaparecido.
La sangre dentro de tus venas,
soy un pedazo de tierra que vale la pena.
Una canasta con frijoles,
soy Maradona contra Inglaterra anotándote dos goles.
Soy lo que sostiene mi bandera,
la espina dorsal del planeta es mi cordillera.
Soy lo que me enseñó mi padre,
el que no quiere a su patria no quiere a su madre.
Soy América Latina:
un pueblo sin piernas pero que camina.

Tú no puedes comprar el viento
Tú no puedes comprara el Sol
Tú no puedes comprar la lluvia
Tú no puedes comprar el calor

Tú no puedes compara las nubes
Tú no puedes comprar los colores
Tú no puedes comprar mi alegría
Tú no puedes comprar mis dolores

Tengo los lagos, tengo los ríos,
tengo mis dientes pa’ cuando me sonrío,
la nieve que maquilla mis montañas,
tengo el sol que me seca y la lluvia que me baña.
Un desierto embriagado con peyote,
un trago de pulque para cantar con los coyotes.
Todo lo que necesito.
Tengo a mis pulmones respirando azul clarito.
La altura, que sofoca,
soy las muelas de mi boca mascando coca.
El otoño con sus hojas desmayadas,
los versos escritos bajo la noche estrellada.
Una viña repleta de uva,
un cañaveral bajo el sol en Cuba.
Soy el mar Caribe que vigila las casitas
haciendo rituales de agua bendita.
El viento que peina mi cabello,
soy todos los santos que cuelgan de mi cuello.
El jugo de mi lucha no es artificial
porque el abono de mi tierra es natural.

Tú no puedes comprar el viento.
Tú no puedes comprara el sol.
Tú no puedes comprar la lluvia.
Tú no puedes comprar el calor.

Tú no puedes compara las nubes.
Tú no puedes comprar los colores.
Tú no puedes comprar mi alegría.
Tú no puedes comprar mis dolores.

Não se pode comprar o vento.
Não se pode comprar o sol.
Não se pode comprar a chuva.
Não se pode comprar o calor.

Não se pode comprar as nuvens.
Não se pode comprar as cores.
Não se pode comprar mia alegria.
Não se pode comprar minhas dores.

No puedes comprar el sol.
No puedes comprar la lluvia.
Vamos caminando,
vamos caminando.
Vamos dibujando el camino.
Vamos caminando.
No puedes comprar mi vida.
Mi tierra no se vende.

Trabajo bruto, pero con orgullo.
Aquí se comparte, lo mío es tuyo.
Este pueblo no se ahoga con marullos,
y si se derrumba, yo lo reconstruyo.
Tampoco pestañeo cuando te miro,
para que te recuerdes de mi apellido.
La Operación Cóndor invadiendo mi nido,
¡perdono pero nunca olvido! ¡Oye!

Vamos caminando,
aquí se respira lucha.
Vamos caminando,
yo canto porque se escucha.
Vamos dibujando el camino.
Vamos caminando.
Aquí estamos de pie.
¡Que viva la América!
No puedes comprar mi vida.

Calle 13

viernes, 31 de mayo de 2013

Los amigos que perdí

Salí en busca del tiempo perdido
siguiendo el rastro de un amanecer.
Y me encontré con gente sin medida,
de los que nadie quiere conocer.

Un viejo me dio clases de estricnina,
un escritor me habló del mal de honor,
un juez me absolvió de mi rutina
y una flor me extirpó el dolor.

Si quieres verme, vas a tener que explorar
esos desiertos que no puedo abandonar.
Abrí una puerta que se cerró tras de mí
y no me duelen los amigos que perdí.

Me especialicé en noches suicidas
justo el día en que la conocí.
Y confundí molinos con gigantes
después de una semana sin dormir.

Si quieres verme, vas a tener que explorar
esos desiertos que no puedo abandonar.
Abrí una puerta que se cerró tras de mí
y no me duelen los amigos que perdí.

El miedo es un cuchillo afilado,
la venganza una flecha clavada.
No hay nada más inútil que el odio.
No hay nada más doloroso que el rencor.

Trato de salir de mi mente.
Me esfuerzo por desaprender.
Recorro el camino inverso.
Busco el origen, busco algo ahí fuera...

Si quieres verme, vas a tener que venir
a esos lugares que no puedo describir.
Abrí una puerta que se cerró tras de mí
y no me duelen los amigos que perdí.

Si quieres verme, vas a tener que asumir
que hay ciertas cosas que me alejarán de ti.
Abrí una puerta que se cerró cuando hui
y ya he olvidado a los amigos que perdí.

DORIAN

sábado, 16 de febrero de 2013

La muerte del pasado

Tenía diecinueve años, vivía con un colega en un piso oscuro y mi vida se reducía a ir a clase y estudiar. La carrera había tomado velocidad de crucero y era frustrantemente lenta, no tenía internet ni salía -no había llegado la época de las redes wifi-, incluso había dejado de leer libros. Mi aislamiento social llegaba a su máximo hasta entonces.  Me justificaba porque menos tiempo de estudio habría significado aún menos aprobados, pero luego he comprobado que no era cierto: simplemente no me gustaba socializar. 

Vale, aún tenía unos pocos amigos. Y fueron ellos (ellas) quienes notaron antes que yo los síntomas de lo que sería una “enfermedad rara” que me daría varios años de dolorosos paliativos, efectos imprevistos, quebrantos familiares y educativos, curación costosa y en general una mierda de calidad de vida. El hecho de ignorar los síntomas y tomármelo como algo que se curaría solo, visto desde hoy, es un argumento más para volver a fijar la mayoría de edad a los 21, tal era mi estupidez y capacidad de autoengaño antes de esa edad.

Mi mayor compañía era la radio. Y un día escuché La pequeña muerte, de Lori Meyers

No es de las mejores canciones de Lori Meyers (ni siquiera entonces, luego han mejorado en mi opinión), pero en aquel momento el estribillo era el adecuado a mi estado emocional:
  
Es mejor ver el presente
No pensar más en la muerte
Seguiré contigo al lado
  
Para no pensar más en la muerte hay que haber pensado en ella en algún momento. Esto me ayudó a darme cuenta de que estaba renunciando a preocuparme conscientemente. En mi estupidez, me limitaba a sufrir las molestias crecientes (“ver el presente”) encerrando el miedo en el inconsciente. Es decir, tenía miedo. Incluso aunque la enfermedad no tenía por qué ser mortal, yo temía que sí lo fuera (o en su defecto a arruinarme al vida), pero me negaba a aceptar mi miedo, a tomarlo en serio.
 
Y bueno, lo de seguir contigo al lado es el relleno amoroso de casi todas las canciones del mundo, no iba conmigo.
 
Había que hacer algo. Empecé a ir al médico por los síntomas más dolorosos, de origen confuso, obviando detalles importantes que resultaron ser los que identificarían el mal. Durante el penoso proceso de pruebas, palos de ciego y cierto trato de favor que acabó en el diagnóstico y las primeras intervenciones -sencillas para los médicos pero muy molestas para mí- me di cuenta de que mi enemigo era el dolor, no la muerte. Cada nueva visita a una fría mesa de torturas en paños verdes me causaba un terror que me hizo olvidar cualquier otro. 
 
Como leería después, los cambios que sufre un individuo con el tiempo son tales que puede considerarse psicológicamente otra persona con los recuerdos de haber sido la primera. La muerte del pasado, el final de todo lo que significaba tu vida, está descrito en los tristes versos de Celtas Cortos:
 
Ya no queda casi nadie de los de antes.
Y los que hay… han cambiado. Han cambiado, sí.
Mi tercera edad estaba muriendo, aunque no me di cuenta hasta después de que ocurriera y pude sentirme renacido.

jueves, 24 de enero de 2013

La canción más hermosa del mundo

Yo tenía un botón sin ojal, un gusano de seda,
medio par de zapatos de clown y un alma en almoneda,
una Hispano Olivetti con caries, un tren con retraso,
un carné del Atletic, una cara de culo de vaso,

un colegio de pago, un compás, una mesa camilla,
una nuez, o bocado de Adán, menos una costilla,
una bici diabética, un cúmulo, un cirro, un estrato,
un camello del rey Baltasar, una gata sin gato,

mi Annie Hall, mi Gioconda, mi Wendy, las damas primero,
mi Cantinflas, mi Bola de Nieve, mis Tres Mosqueteros,
mi Tintín, mi yo-yo, mi azulete, mi siete de copas,
el zaguán donde te desnudé sin quitarte la ropa.

Mi escondite, mi clave de sol, mi reloj de pulsera,
una lámpara de Alí Babá dentro de una chistera,
no sabía que la primavera duraba un segundo,
yo quería escribir la canción más hermosa del mundo.


Les presento a mi abuelo bastardo, a mi esposa soltera,
al padrino que me apadrinó en la Legión Estranjera,
a mi hermano gemelo patrón de la venta ambulante,
a Simbad el marino que tuvo un sobrino cantante,

al putón de mi prima Carlota y su perro salchicha,
a mi chupa de cota de mallas contra la desdicha,
mariposas que cazan en sueños los niños con granos,
cuando sueñan que abrazan a Venus de Milo sin manos.

Me libré de los tontos por ciento, del cuento del bisnes,
dando clases en una academia de cantos de cisne,
con Simón de Cirene hice un tour por el monte Calvario,
¿qué harías tú si Adelita se fuera con un comisario?

Frente al cabo de poca esperanza arrié mi bandera,
si me pierdo de vista esperadme en la lista de espera,
heredé una botella de ron de un clochard moribundo,
olvidé la lección a la vuelta de un coma profundo.

Nunca supe cantar de un tirón
la canción de las babas del mar, del relámpago en vena,
de las lágrimas para llorar cuando valga la pena,
de la página encinta en el vientre de un bloc trotamundos,
de la gota de tinta en el himno de los iracundos.

Yo quería escribir la canción más hermosa del mundo.

Joaquín Sabina

martes, 22 de enero de 2013

El hombre que casi conoció a Michi Panero



Es hora de recapitular
las hostias que me ha dado el mundo.
Hoy vendrán a oír mi último adiós. Bien.
Uno a uno van llegando y yo
los recibo en batín.

Y unos me llaman chaval
y otros me dicen caballero.
Alguno no se ha querido pronunciar.
Yo una vez tuve un amor,
pero si he de ser sincero
dije "no" en el altar
y cuando digo no es no.

Fracasé una vez, fracasé diez mil
y aun así alzo mi copa hacia el cielo
en un brindis por el hombre de hoy
y por lo bien que habita el mundo.
¡Mirad, las niñas van cantando!
(Niñas): Shalalaralalá...

Y no me habléis de eternidad.
No me habléis de cielos ni de infiernos.
¿No veis que yo le rezo a un dios que me prometió
que cuando esto acabe no habrá nada más?
Fue bastante ya...

Nunca fui en nada el mejor,
tampoco he sido un gran amante.
Más de una lo querrá atestiguar.
Pero si algo hay capital,
algo de veras importante,
es que me voy a morir
y cuando digo voy es  voy.

Lo he pasado bien, y casi conocí en
una ocasión a Michi Panero,
y es bastante más de lo que jamás
soñaríais en mil vidas.
¡Mirad, las niñas van cantando!
(Niñas): Shalalaralalá...

Dejadme preguntar: ¿Es esto el final?
Y si es así, decid: ¿Me vais a extrañar?
¡Ah, veo que asentís pero yo sé que no!

Qué lástima, no dejaré
nadie a quien transmitir mi sabia;
consideré insensato procrear.
Y diréis de mí que soy
un viejo verde y cascarrabias,
y diréis muy bien,
y cuando digo bien es bien.

¡Largo ya de aquí! ¿Qué queréis de mí?
¿Es mi alma o es mi dinero?
Si de uno carezco y la otra es
una anomalía en esta vida.
¡Mirad, las niñas van cantando!
(Niñas): Shalalaralalá...


¡Y unos me llaman chaval,
y otros me dicen caballero!
¡Alguno declinó mi oferta para hablar!
¡Yo una vez tuve un gran amor,
pero si os he de ser sincero
dije "no" en el mismo altar,
y cuando digo no quiero decir que no!

He bebido bien, y casi conocí en
una ocasión a Michi Panero,
y ahora brindo en paz por la humanidad
y por lo bien que habita el mundo.
¡Escuchad, os lo diré cantando!
(Viejo): Shalalaralalá...

Has...ta... nun...ca...

Nacho Vegas

domingo, 18 de noviembre de 2012

Flor prometida



Ella es pequeña como un ciempiés.
Ella será tan alta como un ciprés.
Fuerte como un huracán
y buena como el pan.
Ella sabrá ser hielo y ser un volcán.

No sabe bien por qué
su mente y su piel
tienen prisa por crecer.

Sabrá que sí, sabrá que no,
tendrá lo malo y lo mejor.
Flor prometida que nació
cantando con su propia voz.

Sabrá luchar si hay que luchar,
cerrar los puños y gritar.
O resistir al temporal
cuando las cosas vayan mal.

Ella será tan dura como el metal.
Ella será tan frágil como el cristal.
Sabia como algún refrán
y libre como el mar.
Ella será como azúcar y como sal.

No sabe bien por qué
su mente y su piel
tienen prisa por crecer.

Sabrá que sí, sabrá que no,
tendrá lo malo y lo mejor.
Flor prometida que nació
cantando con su propia voz.

Sabrá que sí, sabrá que no,
tendrá lo malo y lo mejor.
Flor prometida que nació
cantando con su propia voz.

Sabrá luchar si hay que luchar,
cerrar los puños y gritar.
O resistir al temporal
cuando las cosas vayan mal.

Sabrá que sí, sabrá que no,
tendrá lo malo y lo mejor.
Flor prometida que nació.

Luz Casal