La consecuencia natural de diseñar máquinas autoreplicantes para para servir a la humanidad es que olviden sus fines y se sirvan sólo a sí mismas.
Aceptando la teoría de la evolución, cualquier ser capaz de reproducirse está sujeto a posibles mutaciones: Hay múltiples causas, pero principalmente errores en la copia del código y radiaciones sobre el soporte físico del mismo hacen que, en algún momento, aparezcan descendientes no idénticos a sus antepasados: biodiversidad.
Entonces entra en juego la selección natural: ¿Qué variedades serán las más abundantes? En el primer momento, las que más y mejor consigan reproducirse (estando bien adaptadas para sobrevivir el tiempo suficiente para ello). En segundo lugar, los descendientes deben seguir adaptándose al medio -que puede cambiar- igual o mejor que sus progenitores. Prolíficas y adaptables.
En el caso de máquinas diseñadas con el objetivo de liberar al hombre de cierta tarea y dotadas de la capacidad de fabricar hijas idénticas, en el ciclo reproductivo se producirán, con cierta probabilidd, errores de copia, resultando máquinas mutantes. De entre todas las mutaciones posibles, una puede ser olvidar su objetivo primario (la tarea) o subordinarlo a su objetivo seacundario: replicarse. Tal mutación haría a la máquina destinar más recursos a la reproducción y menos a la tarea, reproduciéndose más y mejor, tomando ventaja frente a otras variedades en la selección natural.
Si no se controla la población de máquinas -y frente a eso una buena mutación sería aprender a rebelarse-, el resultado de esta deriva será la expansión de máquinas asilvestradas, cuyo "sentido de la vida" será el mismo que el de todos los seres vivos que llamamos salvajes o silvestres (es decir, los no domesticados): no producir, sino reproducirse. No trabajar, sino vivir.
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sábado, 8 de agosto de 2015
Máquinas asilvestradas
jueves, 13 de diciembre de 2012
La libertad del software libre
Libertad 0: Poder ejecutarlo y usarlo como quieras (no necesariamente gratis).
Libertad 1: Poder tener acceso al código.
Libertad 2: Poder modificar el código según se necesite.
Libertad 3: Poder distribuir el programa, difundiendo el conocimiento.
Libertad 4: Poder distribuir el programa modificado, difundiendo la innovación.
"Para tener libertad hay que defenderla, y para defenderla hay que comprenderla." Richard Stallman
Libertad 1: Poder tener acceso al código.
Libertad 2: Poder modificar el código según se necesite.
Libertad 3: Poder distribuir el programa, difundiendo el conocimiento.
Libertad 4: Poder distribuir el programa modificado, difundiendo la innovación.
"Para tener libertad hay que defenderla, y para defenderla hay que comprenderla." Richard Stallman
viernes, 19 de octubre de 2012
El río al revés II
En anteriores episodios de El río al revés planteamos que quizá se pudiera hacer fluir un río en sentido contrario al natural mediante un campo de fuerza que atrajera únicamente el agua, no otras sustancias, en una dirección perpendicular a la gravedad.
Si te encanta como a mí sacarle defectos a todas las teorías, lo mismo a las más respetadas como a absurdos como el que nos ocupa, enseguida encontrarás pegas:
Situar un campo ortogonal al radio sobre un río natural preexistente es como girar el paisaje en ángulo recto, poniendo el mar de pared. La ría o estuario caería como una inmensa cascada hacia el interior del continente, y la mayor parte del curso sería sensiblemente vertical, ya que el perfil de equilibrio de un río (entre los procesos de erosión y sedimentación) tiende a una curva logarítmica muy tendida.
La gran velocidad y energía cinética que alcanzaría el agua merece especial atención. En principio estas variables favorecen la erosión, y aun teniendo en cuenta que recién salida del mar el agua está cargada de sólidos, el potencial erosivo será muy superior al del flujo real. A pesar de que nuestro campo de fuerza inventado no atrae los sólidos, el rozamiento del agua sigue funcionando. En el curso medio, las pendientes máximas serían distintas a las de bajada, por lo que el río cambiaría de cauces. En el curso alto predominaría la sedimentación aun con pequeños caudales, suponiendo que funcionase la infiltración. El paisaje evolucionaría hacia una forma extraña, básicamente rellenando los valles de montaña y erosionando la costa, pero de forma mucho más acelerada que el flujo real y con un resultado que no se parecería mucho al paisaje antiguo de la misma cuenca, anteriormente a la acción del agua.
Raro de imaginar ¿verdad? En cualquier caso, el efecto de este experimento no sería equivalente al mismo río fluyendo hacia atrás mansamente por su cauce.
Sólo se me ocurre otra solución para conseguir nuestro río al revés: Para ver el agua remontar meandros y saltar cascadas hasta hundirse en la tierra, hay que cambiar de sentido la dimensión tiempo.
Se admiten otras ideas.
Si te encanta como a mí sacarle defectos a todas las teorías, lo mismo a las más respetadas como a absurdos como el que nos ocupa, enseguida encontrarás pegas:
Situar un campo ortogonal al radio sobre un río natural preexistente es como girar el paisaje en ángulo recto, poniendo el mar de pared. La ría o estuario caería como una inmensa cascada hacia el interior del continente, y la mayor parte del curso sería sensiblemente vertical, ya que el perfil de equilibrio de un río (entre los procesos de erosión y sedimentación) tiende a una curva logarítmica muy tendida.
| El perfil del Duero (por poner uno). Nótese que la escala vertical está ampliada cien veces. |
La gran velocidad y energía cinética que alcanzaría el agua merece especial atención. En principio estas variables favorecen la erosión, y aun teniendo en cuenta que recién salida del mar el agua está cargada de sólidos, el potencial erosivo será muy superior al del flujo real. A pesar de que nuestro campo de fuerza inventado no atrae los sólidos, el rozamiento del agua sigue funcionando. En el curso medio, las pendientes máximas serían distintas a las de bajada, por lo que el río cambiaría de cauces. En el curso alto predominaría la sedimentación aun con pequeños caudales, suponiendo que funcionase la infiltración. El paisaje evolucionaría hacia una forma extraña, básicamente rellenando los valles de montaña y erosionando la costa, pero de forma mucho más acelerada que el flujo real y con un resultado que no se parecería mucho al paisaje antiguo de la misma cuenca, anteriormente a la acción del agua.
Raro de imaginar ¿verdad? En cualquier caso, el efecto de este experimento no sería equivalente al mismo río fluyendo hacia atrás mansamente por su cauce.
Sólo se me ocurre otra solución para conseguir nuestro río al revés: Para ver el agua remontar meandros y saltar cascadas hasta hundirse en la tierra, hay que cambiar de sentido la dimensión tiempo.
Se admiten otras ideas.
domingo, 14 de octubre de 2012
El río al revés I
Hoy me han contado acerca de la novela Tomek. El río al revés.
La idea fantástica de un río cuyas aguas fluyen del mar a la montaña, distribuyendo las aguas en lugar de drenarlas, es un sugerente símbolo de pensamiento divergente e imaginación. Pero para los que nos hemos especializado en mirar la Tierra desde el cielo (y el cielo desde la Tierra y la tierra desde la Tierra y el cielo desde el cielo) el quitarnos el sistema de referencia es como si nos quitáramos las gafas: causa confusión y hasta mareo.
Así que las parte de mi mente que sostienen con fuerza el método cartesiano y el estímulo industrioso lanzan inmediatamente sus preguntas: ¿Cómo sería posible? y ¿Cómo reproducirlo?
En nuestro planeta existen varias fenómenos naturales capaces de alterar el sentido del flujo de un río:
La más común es la marea. Con cada periodo lunar (combinado con el solar) el mar cubre las playas, rellena las bahías y hasta trepa por el curso bajo de los ríos, donde la pendiente es muy suave.
La marea meteorológica (aumento del nivel del mar por las bajas presiones y los vientos que acompañan una borrasca) también puede empujar el agua hacia atrás en su cauce, habiendo casos tan llamativos como el del último huracán Isaac en el Misisipi.
En estos fenómenos el campo gravitatorio hace su trabajo: empuja al agua desde sus puntos altos a los bajos, y si el mar se eleva temporalmente por encima de la superficie de cierto tramo río, el agua fluirá por su propio peso hacia su punto más bajo que ya no está en el mar sino tierra adentro. En ocasiones puede ser la inercia por el empuje del viento huracanado lo que empuje el agua hacia arriba aun en contra de la gravedad.
No se me ocurre otra causa para invertir el curso de un tramo de río que no sea alterar artificialmente su cuenca y/o su cauce mediante obra civil.
La descripción novelesca del río al revés desafía cualquiera de estas consideraciones. El agua supera su curso bajo, asciende por las laderas, trepa por una montaña cuya cima se pierde en las nubes, y acaba "naciendo" en una laguna.
Soltando las ligaduras mentales que nos unen a las constantes de nuestro mundo, podríamos pensar en una inversión o suspensión del campo gravitatorio. Error. Si la gravedad no actuara -pongamos- sobre la región en la que se asienta la cuenca, el agua flotaría, no fluiría. Pero es que la tierra también flotaría. No es el caso.
Habría que pensar entonces en un campo atractivo que actuara sobre la masa del agua y no de otras sustancias como la tierra. Lo cual además favorecería que el agua del río fuera dulce, ya que las sales, no atraídas, se quedan en el mar. Pero ese campo de fuerza hipotético no podría actuar en la misma dirección y sentido opuesto a la gravedad, porque en ese caso el agua tampoco fluiría pendiente arriba, sino que llovería hacia arriba, hacia el cielo.
Es decir, el río al revés no está atraído hacia arriba, está atraído hacia atrás. Para que un fluido se deslice por una pendiente sólida trepando en vez de caer, es necesario un campo atractivo orientado en dirección horizontal, perpendicular a la gravedad. Ésta es una condición necesaria si admitimos que la gravedad sigue actuando sobre la tierra (o al menos que la tierra se mantiene rígida).
Imaginad qué aspecto tendría.
Continuará.
La idea fantástica de un río cuyas aguas fluyen del mar a la montaña, distribuyendo las aguas en lugar de drenarlas, es un sugerente símbolo de pensamiento divergente e imaginación. Pero para los que nos hemos especializado en mirar la Tierra desde el cielo (y el cielo desde la Tierra y la tierra desde la Tierra y el cielo desde el cielo) el quitarnos el sistema de referencia es como si nos quitáramos las gafas: causa confusión y hasta mareo.
Así que las parte de mi mente que sostienen con fuerza el método cartesiano y el estímulo industrioso lanzan inmediatamente sus preguntas: ¿Cómo sería posible? y ¿Cómo reproducirlo?
En nuestro planeta existen varias fenómenos naturales capaces de alterar el sentido del flujo de un río:
La más común es la marea. Con cada periodo lunar (combinado con el solar) el mar cubre las playas, rellena las bahías y hasta trepa por el curso bajo de los ríos, donde la pendiente es muy suave.
| Es habitual que el curso bajo se vea empujado por la marea ascendente. |
La marea meteorológica (aumento del nivel del mar por las bajas presiones y los vientos que acompañan una borrasca) también puede empujar el agua hacia atrás en su cauce, habiendo casos tan llamativos como el del último huracán Isaac en el Misisipi.
En estos fenómenos el campo gravitatorio hace su trabajo: empuja al agua desde sus puntos altos a los bajos, y si el mar se eleva temporalmente por encima de la superficie de cierto tramo río, el agua fluirá por su propio peso hacia su punto más bajo que ya no está en el mar sino tierra adentro. En ocasiones puede ser la inercia por el empuje del viento huracanado lo que empuje el agua hacia arriba aun en contra de la gravedad.
No se me ocurre otra causa para invertir el curso de un tramo de río que no sea alterar artificialmente su cuenca y/o su cauce mediante obra civil.
La descripción novelesca del río al revés desafía cualquiera de estas consideraciones. El agua supera su curso bajo, asciende por las laderas, trepa por una montaña cuya cima se pierde en las nubes, y acaba "naciendo" en una laguna.
| ¿El agua sube o baja? |
Habría que pensar entonces en un campo atractivo que actuara sobre la masa del agua y no de otras sustancias como la tierra. Lo cual además favorecería que el agua del río fuera dulce, ya que las sales, no atraídas, se quedan en el mar. Pero ese campo de fuerza hipotético no podría actuar en la misma dirección y sentido opuesto a la gravedad, porque en ese caso el agua tampoco fluiría pendiente arriba, sino que llovería hacia arriba, hacia el cielo.
Es decir, el río al revés no está atraído hacia arriba, está atraído hacia atrás. Para que un fluido se deslice por una pendiente sólida trepando en vez de caer, es necesario un campo atractivo orientado en dirección horizontal, perpendicular a la gravedad. Ésta es una condición necesaria si admitimos que la gravedad sigue actuando sobre la tierra (o al menos que la tierra se mantiene rígida).
Imaginad qué aspecto tendría.
Continuará.
martes, 18 de septiembre de 2012
"Nuestro conocimiento es necesariamente finito, mientras que nuestra ignorancia es necesariamente infinita."
Karl Raimund Popper
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conocimiento,
Popper
sábado, 8 de septiembre de 2012
Cultura y natura
"Cultura y Naturaleza no son excluyentes, ni siquiera complementarias, son simbióticas.
La naturaleza de la Cultura debe ser la cultura de la Naturaleza."
La naturaleza de la Cultura debe ser la cultura de la Naturaleza."
Joaquín Araújo
Inteligencia
"Para evaluar la inteligencia de un comportamiento, hay que establecer una jerarquía de marcos, y evaluar desde el superior."
"El marco máximo del individuo es su felicidad."
"El marco máximo del individuo es su felicidad."
José Antonio Marina
La inteligencia artificial es una réplica de la inteligencia computacional humana (razón pura), que somos capaces de medir.
En cambio, hay amplia ignorancia respecto a la inteligencia conductual (razón práctica) que nos impide reproducirla (manejo de las emociones, aplicación del conocimiento elaborado por la razón pura, etc.)
y que también está en las causas del vacío científico sobre la moral.
En cambio, hay amplia ignorancia respecto a la inteligencia conductual (razón práctica) que nos impide reproducirla (manejo de las emociones, aplicación del conocimiento elaborado por la razón pura, etc.)
y que también está en las causas del vacío científico sobre la moral.
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