El maestro adoctrinaba a sus discípulos sentado sobre una gran roca. Los alumnos estaban sentados en el suelo alrededor, llenando el claro del bosque de esterillas, troncos o taburetes traídos desde la aldea. La voz del maestro era clara. Todas las miradas convergían en él mientras examinaba un montoncito de turba en su mano.
-Sabéis qué ocurre con los seres vivos al morir. Todo vuelve a la tierra, y la predispone para el nacimiento de otros seres. Seres que nacen y vuelven a morir. Seres que alimentan a otros seres. La misma sustancia. Yo os pregunto ¿cuál es la forma más simple en que se presenta la sustancia?
Su imagen tenía un aire irreal iluminada por los rayos solares que entraban en fuerte contraste por el centro del claro, donde el ramaje era más ralo. Sin embargo las miradas ya se distribuían por el claro, identificando los distintos seres visibles.
-Las piedras y la tierra son más simples que los árboles y los animales -aventuró un alumno.
-La tierra también contiene objetos diferenciados, no suele ser uniforme -corrigió otro.
-Los seres vivos crecen en complejidad, aunque sean simples -terció el maestro-. Mientras que la tierra y las piedras, materia muerta, no lo hace. Su composición se empobrece hasta volver a formas más simples de sustancia. Pensad en la tierra otra vez. ¿Qué ocurre cuando se seca?
Los estudiantes no tenían a dónde mirar. Aquél era un sitio tirando a húmedo.
-Que pierde la humedad -contestó uno, casi con desgana. Su comentario levantó risitas.
Pero el maestro lo señaló entusiasmado.
-¡Exacto! ¿Cuál es la sustancia que es totalmente húmeda, aquello que humedece a los demás cuerpos?
Muchos dudaron de dar una respuesta demasiado obvia.
-...¿El agua?
-Sí. Veamos si podemos extraer el agua de aquí.
El maestro sacó de su macuto un pequeño fogón de luz, equipado con una bandejita donde depositó la turba. Muchos alumnos se removieron inquietos. Aquellos artefactos "mágicos" no eran bien vistos en muchos hogares de por allí, incluso algunos alcaldes y sacerdotes los habían prohibido. Pero el maestro estaba en posición de desdeñar esas suspicacias fruto, decía, de la ignorancia.
Al calentarse, la turba comenzó a desprender hilos de vapor. El maestro lo señaló:
-Agua. Sabéis que el agua caliente forma nubes, que en algún momento se enfrían y retornan a la forma líquida...
Para cuando terminó de explicar los estados de la materia, la turba se había resecado y oscurecido. Comenzó a oler a chamusquina.
-Sabéis cómo termina todo lo que se quema.
-En ceniza. -Los más atrevidos respondían, casi todos asentían.
-Menos la roca.
-Es que la roca a la que te refieres -explicó el maestro- no se quema. Pero puede resquebrajarse a causa del calor, llegando a algo muy parecido a la ceniza o a la arena. Un sólido totalmente seco y cuya coherencia ha sido destruida: Polvo.
>>Quiero que penséis en la materia hasta nuestra próxima clase. Observad los cuerpos y pensad cómo se hicieron, si son manufacturados, o qué consumen, si están vivos.
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