domingo, 9 de marzo de 2014

Je pense, donc je suis

El famoso axioma cartesiano "Pienso luego existo" siempre se traduce mal.
René Descartes escribió "Je pense, donc je suis", que se tradujo al latín académico de entonces como "Cogito ergo sum", o sea, "Pienso luego soy". Sin embargo, suele traducirse al castellano como "Pienso luego existo, en una muestra más de la clásica confusión entre el ser y el existir, o lo que es igual en una contradicción entre mi libro de Filosofía de 1º de Bachillerato, que dedicaba un tema entero a distinguir la esencia de la existencia, y el de 2º, que traducía a Descartes con la opción del "existo".

Siempre me resultó difícil de creer en el "Pienso luego existo". ¿Acaso no hay seres ficticios -que son seres- con atributo de pensamiento? Si sostenemos que no piensan, estamos aceptando el "Pienso luego existo". Sin embargo, yo considero que el ser es, y que el pensamiento puede atribuirse a un ser inventado como puedo inventar que es rubio o que es un geranio. Imagino un geranio que piensa. Pero por mucho que piense, no existe. Piensa, pero no existe. ¿Se equivoca Descartes? No: se equivoca su mala traducción.

Ahora bien, mi geranio pensante es un ser. Lo es desde el momento en que es algo: geranio, pensante, ficticio... Sus atributos constituyen su esencia, su ser. Piensa luego es. Y eso es, literalmente, lo que dijo don René.

3 comentarios:

Marina Boluda Terol dijo...

Me encanta tu reflexión, es muy buena.
Sin embargo, la cuestión es por qué se ha dejado que ésta mala traducción siga haciendo malinterpretar el famoso axioma de Descartes. Quizás como cultura plenamente arraigada al catolicismo aquí en España, el hecho de que pienses luego seas (eres un ser) le está restando importancia o inclusive, eliminando las premisas católicas sobre la relevancia de la existencia humana. No porque haya un cura pesado dando la vara para que no se haga bien la traducción, sino quizá por los conceptos y símbolos del propio lenguaje español. De la misma forma que un buen libro en su versión lingüística original, pierde parte de su belleza y encanto al ser traducido, pues las traducciones no vienen a ser simples intercambios de palabras sin más. Es algo de lo más subjetivo, respaldado por la cultura, el pensamiento y en resumen la idiosincrasia del país en concreto.

Rasku dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Rasku dijo...

Gracias Marina. Interesante la influencia que los símbolos del lenguaje pueden tener en la traducción o interpretación de los conceptos.